lunes, 6 de septiembre de 2010

Alegria del cronopio


Debo decirlo, me encantan los cronopios, son unos seres verdes, tibios, erizados y húmedos. Más allá de su aspecto, me gusta como se desenvuelven en la vida diaria.
Dejan sus recuerdos desordenados y sueltos por la casa, entre alegrías y gritos, ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen “no vayas a lastimarte”.
No son muy generosos por principio. Pueden pasar por el lado de una pobre esperanza que no sabe atarse el zapato, sin conmoverse.
Cuando cantan sus canciones favoritas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por ciclistas. Cuando cantan, las famas y las esperanzas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato.
No les gusta tener hijos, por que lo primero que hace un cronopio recién nacido es insultar groseramente a su padre, en quien secretamente ve la acumulación de desdichas que un día serán las suyas.
Se consideran ligeramente súper-vida, pero más por poesía que por verdad.
Sucede que las famas a veces bailan tregua catala espera frente a las esperanzas, que es un baile que conocen los cronopios y las famas, esto las irrita mucho, por lo que terminan lastimando a las famas, por esta razón los cronopios se acercan a las famas y la compadecen diciéndole “-cronopio cronopio cronopio” y las famas comprenden y su soledad es menos amarga
Ahora un cuento:
                                        Alegría del cronopio

Encuentro de un cronopio y una fama en la liquidación de una tienda
-Buenas salenas cronopio cronopio
-Buenas salenas, fama. Tregua catala espera.
-¿cronopio cronopio?
-cronopio cronopio
-¿hilo?
-dos, pero uno azul
La fama considera al cronopio. Nunca hablara hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temerosas de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.
-Afuera llueve- dice el cronopio-. Todo el cielo.
-no te preocupes- dice el fama-. Iremos en mi automóvil para proteger tus hilos.
Y mira al cielo, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta mirar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los dos
hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.


              (Sacado del libro “historias de cronopios y famas” de Julio Cortázar)

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